Antes de ayer vi en televisión un reportaje sobre una falla de Xativa (Valencia) en la que sus falleras habían posado desnudas para un calendario del 2009. Parece ser que con ello pretenden recaudar dinero para no se muy bien qué. (http://www.fotografias.net/17-10-2008/foto-del-dia/falleras-espanolas-posando-desnudas-para-calendario-2009).
Como además observo que esta forma de recaudar dinero se está generalizando entre bomberos, policías, amas de casa, y colectivos varios. Y que a todo el mundo le parece algo simpático, atrevido, y sin importancia. No tengo más remedio que alzar mi voz discrepante al respecto. Mis neuronas, que deben de ser cortitas, no acaban de entender muy bien este generoso exhibicionismo puesto a disposición del morbo voraz del vecindario. Si, si, he dicho del morbo, claro que sí. ¿Ustedes creen que el que compra el calendario de marras lo hace por contribuir a una buena causa? Pues no. Si es un hombre lo compra para ver si fulanita tiene debajo del vestido lo que parece que se aprecia con él puesto, o sí a menganita, que se acaba de “poner tetas”, le quedan tan bien como aparenta sin el sujetador de por medio. Y si la que lo compra es mujer, pasa directamente a ver el tamaño de la manguera de los bomberos o el calibre de la pistola de los policías. Después de este trámite previo, y solo después, tanto ellos como ellas pasan a valorar la parte artística, los bonitos contraluces, o la ambientación de las fotos. Todo arte y nada más que arte.
Una vez vendidos los calendarios y recaudado el dinero todos contentos: La falla con el presupuesto saneado, los bomberos de viaje a Cuba de vacaciones y los policías con liquidez para obras benéficas. ¿Y después?... después viene lo peor:
Lo peor es que tú, que eres el marido de la fallera mayor, entras un día del mes enero en el taller de Venancio, el mecánico, a llevar tu coche a reparar, como has hecho toda la vida, y al bajar del coche ves la pared del taller empapelada con un póster de Pámela Anderson desnuda, otro de Esther Cañadas con la misma vestimenta, y en medio de los dos…Dios mío, en medio de los dos…tú mujer como Dios la trajo al mundo con la peineta como único atuendo, adornando con su desnudez la hoja correspondiente al primer mes del año. Para acabarlo de arreglar tú sabes, por que lo conoces bien, que Venancio es el tío más salido del barrio, y que mientras arregla un motor no se le escapa viva ninguna mujer que se atreva a pasar por delante de la puerta de su taller. (Qué gracioso te ha parecido siempre ¿eh?) Recompones la postura mientras cierras la puerta del vehiculo y te acercas al mecánico que te recibe guiñándote un ojo mientras hace un gesto con la cabeza señalando el calendario y te dice: Hay que ver que artístico ha quedado el calendario de la falla. ¡Artístico! ¡Artístico! Será cabrón.
Con el paso de los días te vas acostumbrando a verlo en la panadería, en la frutería, en el bar, y cuentas uno a uno los días que faltan para entrar en febrero y acabar así con el suplicio de ver en todas partes la foto de tú mujer en pelotas, y de que todo el mundo te diga la “obra de arte” que ha creado el fotógrafo. Cínicos.
Por fin llega febrero y la dichosa foto empieza a desaparecer de todos lados, ya empiezas a salir nuevamente por tú barrio y a entrar sin temor en cualquier bar a tomarte una cervecita fresquita sin tener que mirar antes todas y cada una de las paredes del local antes de entrar.
Pero la pesadilla que crees olvidada aún no ha acabado: Llevas el coche al taller de Venancio por que algo sigue sin funcionar bien, y al llegar observas que la foto de tú mujer sigue allí presente. Te quedas perplejo pero piensas que no habrá tenido tiempo de cambiar la hoja, no te hace gracia pero no le das más importancia. Hasta que… reparas en el detalle de que el calendario esta en otro sitio con la foto de febrero y que el puto salido del mecánico ha arrancado la hoja con la foto “artística” de tú mujer y la ha dejado allí entre Pamela y Esther. Ya no puedes más, coges un carburador que tienes a mano y lo estampas contra los pósters, con la caja de herramientas revientas el ordenador del despacho. Arrancas el coche y sales disparado hacia tu casa maldiciendo el día que aceptaste pasar por todo esto. Te saltas un semáforo (para semáforos estas tú) y te para un policía que te pega un multazo que te arregla el mes y que casi te deja sin puntos. Por fin llegas a casa exhausto por la situación que acabas de padecer y te dejas caer en tú sofá favorito, ese tan cómodo que te acabas de comprar en “El rey del sofá” al lado de tú casa, tratas de recuperar la respiración, y cuando por fin empiezas a recuperarte miras la pared de tu salón y no das crédito a lo que ves: Es el calendario de los policías. Es la foto “artística” del policía que te acaba de multar, totalmente desnudo y mirándote con una sonrisa burlona, como diciendote: Hay… que gilipollas estas.
Como además observo que esta forma de recaudar dinero se está generalizando entre bomberos, policías, amas de casa, y colectivos varios. Y que a todo el mundo le parece algo simpático, atrevido, y sin importancia. No tengo más remedio que alzar mi voz discrepante al respecto. Mis neuronas, que deben de ser cortitas, no acaban de entender muy bien este generoso exhibicionismo puesto a disposición del morbo voraz del vecindario. Si, si, he dicho del morbo, claro que sí. ¿Ustedes creen que el que compra el calendario de marras lo hace por contribuir a una buena causa? Pues no. Si es un hombre lo compra para ver si fulanita tiene debajo del vestido lo que parece que se aprecia con él puesto, o sí a menganita, que se acaba de “poner tetas”, le quedan tan bien como aparenta sin el sujetador de por medio. Y si la que lo compra es mujer, pasa directamente a ver el tamaño de la manguera de los bomberos o el calibre de la pistola de los policías. Después de este trámite previo, y solo después, tanto ellos como ellas pasan a valorar la parte artística, los bonitos contraluces, o la ambientación de las fotos. Todo arte y nada más que arte.
Una vez vendidos los calendarios y recaudado el dinero todos contentos: La falla con el presupuesto saneado, los bomberos de viaje a Cuba de vacaciones y los policías con liquidez para obras benéficas. ¿Y después?... después viene lo peor:
Lo peor es que tú, que eres el marido de la fallera mayor, entras un día del mes enero en el taller de Venancio, el mecánico, a llevar tu coche a reparar, como has hecho toda la vida, y al bajar del coche ves la pared del taller empapelada con un póster de Pámela Anderson desnuda, otro de Esther Cañadas con la misma vestimenta, y en medio de los dos…Dios mío, en medio de los dos…tú mujer como Dios la trajo al mundo con la peineta como único atuendo, adornando con su desnudez la hoja correspondiente al primer mes del año. Para acabarlo de arreglar tú sabes, por que lo conoces bien, que Venancio es el tío más salido del barrio, y que mientras arregla un motor no se le escapa viva ninguna mujer que se atreva a pasar por delante de la puerta de su taller. (Qué gracioso te ha parecido siempre ¿eh?) Recompones la postura mientras cierras la puerta del vehiculo y te acercas al mecánico que te recibe guiñándote un ojo mientras hace un gesto con la cabeza señalando el calendario y te dice: Hay que ver que artístico ha quedado el calendario de la falla. ¡Artístico! ¡Artístico! Será cabrón.
Con el paso de los días te vas acostumbrando a verlo en la panadería, en la frutería, en el bar, y cuentas uno a uno los días que faltan para entrar en febrero y acabar así con el suplicio de ver en todas partes la foto de tú mujer en pelotas, y de que todo el mundo te diga la “obra de arte” que ha creado el fotógrafo. Cínicos.
Por fin llega febrero y la dichosa foto empieza a desaparecer de todos lados, ya empiezas a salir nuevamente por tú barrio y a entrar sin temor en cualquier bar a tomarte una cervecita fresquita sin tener que mirar antes todas y cada una de las paredes del local antes de entrar.
Pero la pesadilla que crees olvidada aún no ha acabado: Llevas el coche al taller de Venancio por que algo sigue sin funcionar bien, y al llegar observas que la foto de tú mujer sigue allí presente. Te quedas perplejo pero piensas que no habrá tenido tiempo de cambiar la hoja, no te hace gracia pero no le das más importancia. Hasta que… reparas en el detalle de que el calendario esta en otro sitio con la foto de febrero y que el puto salido del mecánico ha arrancado la hoja con la foto “artística” de tú mujer y la ha dejado allí entre Pamela y Esther. Ya no puedes más, coges un carburador que tienes a mano y lo estampas contra los pósters, con la caja de herramientas revientas el ordenador del despacho. Arrancas el coche y sales disparado hacia tu casa maldiciendo el día que aceptaste pasar por todo esto. Te saltas un semáforo (para semáforos estas tú) y te para un policía que te pega un multazo que te arregla el mes y que casi te deja sin puntos. Por fin llegas a casa exhausto por la situación que acabas de padecer y te dejas caer en tú sofá favorito, ese tan cómodo que te acabas de comprar en “El rey del sofá” al lado de tú casa, tratas de recuperar la respiración, y cuando por fin empiezas a recuperarte miras la pared de tu salón y no das crédito a lo que ves: Es el calendario de los policías. Es la foto “artística” del policía que te acaba de multar, totalmente desnudo y mirándote con una sonrisa burlona, como diciendote: Hay… que gilipollas estas.
1 comentario:
insuperable, muy bueno, el detalle del rey del sofa, muy bueno. Te superas en cada post.
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