Ayer fui al cine con mí mujer. Estrenaban Sexo en Nueva York.
Para quien no lo sepa, esta película está basada en una serie de televisión de la cadena americana HBO, que a su vez surgió de una columna que se publicaba en el periódico The New York Observer y cuya autora era la escritora Candace Bushnell. Sexo en Nueva York comenzó a emitirse en 1998. Protagonizada por cuatro amigas neoyorquinas treintañeras Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda. La actriz que interpreta el papel de Carrie, Sarah Jessica Parker, se ha convertido gracias a esta serie en un referente de la moda, lo que no acabo de entender por que es fea de narices.
La película no aporta nada nuevo respecto de la serie televisiva. El argumento, que a mi manera de ver no da para las dos horas que dura el largometraje, gira alrededor de la boda de Carrie y el revuelo que esta noticia causa entre las grandes revistas de moda. Aparentemente quiere trasladar al espectador un mensaje tradicional de amores y desamores, con sus bodas, separaciones, y reconciliaciones, pero lo que realmente subyace es un ideal de vida basado en poderosas American Express, de unas personas superficiales cuya vida gira en torno al consumo desaforado de grandes marcas de ropa, de bolsos o de zapatos todas ellas carísimas. En fin, el consumismo como forma de consistencia personal.
Buscando datos para escribir este comentario, encontré en Wikipedia la siguiente descripción de Sexo en Nueva York: “Carrie Bradshaw y sus tres mejores amigas exploran el duro papel de ser una mujer soltera y sexualmente activa en el nuevo milenio”. Un papel durísimo, sin ninguna duda. Tiene que ser estresante realmente, además de trabajar como ejecutivas agresivas, sacar tiempo para una intensa gimnasia pélvica, e ir de compras a las más selectas tiendas de Manhattan. Solo de pensarlo me cae el sudor por la frente.
Pero lo interesante no es que rompan tabúes sexuales, sino que ellas plasman en pantalla el modelo referencial de la actualidad: el eterno adolescente. Los adultos de hoy quieren perpetuarse en una adolescencia permanente. Pero a diferencia de la adolescencia natural, esta otra, contra natura, viene con las chequeras repletas, propiciando una mezcla explosiva. El dinero, el sexo, el amor... todo como se lo plantearía un estereotipado adolescente irresponsable, pero con recursos de adulto. Este es el nuevo ideal que plantea la sociedad. Por esto la serie y película seducen tanto a adolescentes como a mujeres treintañeras.
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